Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
CRISTÓBAL TORAL (1940) / YA NO PUEDO SEGUIR PINTANDO
Me he despertado en mitad de la noche y hacía mucho frío bajo una bruma mortal, aunque una mujer con los ojos abiertos de muerta dormida estuviese desnuda por la sensación de color y calor frágil que despedía aquella habitación.
La oscuridad abisal me rodeó cuando salí de la estancia y me impidió ver el cadáver de un judío asesinado seguramente cuando se había dado a la fuga. Le circunvalaban unos enseres tan decrépitos como él y como su viuda, que sentada en el aposento de al lado esperaba que esa morada fuese también su tumba hecha de flores marchitas. Más allá, un almacén atestado de valijas y maletas guardaba el misterio de una maternidad. Y fue cuando entonces abrí los ojos.
El español TORAL es un virtuoso plástica de la reflexión sobre el tiempo, la soledad, la decadencia y la muerte. Una unidad compositiva impecable desata la proyección de una atmósfera, de un encuadre y de un recinto, donde tiene lugar la narrativa pictórica en un proceso que trasciende la imagen para alcanzar la emoción, el presentimiento, la percepción de ti mismo a través de tu mirada dentro de esa visión.
Obra que se desenvuelve en lo enigmático de lo implícito y en lo excepcional y maravilloso de lo explícito.
Hoy he llegado en balsa al Malecón. Sus habitantes me han divisado con la esperanza puesta en pie y la duda escondida en la mano. Pero mi saludo naufragó en la escollera y no se rehizo, quedó ahí sin poder flotar, hundiéndose en la tiniebla antillana.