Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
Este artista español veterano, CASTILLO, nos ha paseado por un imaginario muy propio de su Galicia natal, a la que debe honra y destino.
Es la suya una obra que no se somete al tiempo ni deja que éste la guíe, al contrario, es ella la que lo confina y estructura en orden a desarrollar un mundo en paralelo con sus retazos flotantes, sus personajes morando en la burbuja que los contiene y cromatiza, sus fragmentos que se encajan como dados de una partida ganada y febril.
El color es un factor esencial que juega como portador y no como invitado, alienta los misterios y enigmas de la pintura porque él es en sí mismo uno de ellos aunque nunca vaya a desvelar ese secreto.
Los tonos pueden permitirse el lujo de ser parsimoniosos y de que todo el espacio se preste a la ceremonia, pero sin olvidar que lo que ha construido el estilo ya está perfilado en la superficie, donde se recrea y se regenera cada vez que posamos la mirada en ella.
¿Por qué hay hoy tantos rastros de muerte en El Malecón? Nadie parece tener una respuesta.