Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
Dejas que una espesa niebla te envuelva, percibes su aroma y te ocultas en su núcleo silencioso. El espacio es inmenso y te domina.Pero hay algo que empieza a inquietarte al no poder constatar si estás encima de una superficie o debajo.
Tales son los efectos del «nebulosismo», denominación con la que han bautizado a la obra del francés BENRATH, y que también es susceptible de designar las miles de sensaciones que nos inundan cuando nuestra mirada, incluso nuestro cuerpo, se ve asaltada por ella.
Las asociaciones visuales se multiplican si además nos colocamos en el entorno adecuado y en la disposición justa y equilibrada para sentir su esencia, pues en el fondo es ella una quintaesencia, una sustancia sutil que te impregna e identifica tu palpitación inefable.
Sé que este artista no es único ni pionero, mas no importa, nos ha proporcionado un sólido y resplandeciente hecho que no caerá en el olvido.
El furioso viento convoca al mar del Cabo de Gata exigiéndole un mensaje contundente a su hermano caribeño. Mi amigo Humberto está esperándolo en El Malecón para poder fraguarlo en una tela enferma y oxidada que lo necesita en virtud de una verdad que también predica la mentira.