Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
«Reconozco lo que es el arte : renacer en otro lugar», decía Franz Marc. Lo que el levantino BLASCO, también un gran ceramista, así hizo todos los días, tomando una época de examen y revisión de las nuevas posibilidades de expresión para crear un ordenamiento mural y escultórico que arrojase a nuestra mirada visiones que recuperasen huellas, pasados, conocimientos.
Armonía y orden de la materia coagulada, solidificada, en esas superficies, relieves y soportes que han surgido de un fondo interior remoto a constituir precisamente un diagrama exterior cuya geometría destapa la existencia de otros ámbitos creativos que el autor ha liberado.
Incluso el cromatismo de las formas pertenece a esa leyenda que se diversifica y propaga conforme a la materia en la que está filtrada y organizada. Sobre lo curvo se adivina la plasticidad que mantiene en vida, sobre la línea el reencuentro con lo que ha de suceder.
Cuando se habla de este artista he leído algo respecto a su fascinación por el neolítico, periodo prehistórico de la piedra pulimentada. No digo que no sea así, pero lo que él rescata va más allá, trae la gravidez de resonancias que ha erigido para que sean cómplices además de altares tutelares.