Aseguraba Tom Wolfe que el arte moderno se ha vuelto completamente literario: las obras sólo existen para ilustrar el texto. Pero Pollock le refuta: Cézanne no creó teorías. Éstas vienen después de haber pintado el cuadro.
Efectivamente, los hechos siempre fueron antes, la literatura (análisis, teorías, críticas, creencias, comentarios) vino a posteriori.
El checo LACINA, en el tratamiento de sus espacios, no quería teorizar sino expandir y proyectar (ver más de lo que ves tal como preconizaba Frank Stella). Para lo cual hay que dar licencia a la mirada para que ejerza su autonomía, se emancipe y se concentre en las cualidades táctiles y en la textura de esas superficies, hasta poder volar por y a través de ellas.
Por ello, los jeroglíficos plásticos de este autor son la constatación de que hay claves que deben continuar sin desentrañar, ellas mismas son suficientes significantes visuales, sin alardear de otras consistencias más que de las suyas propias. ¿Cierto?