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Hoy, día último de año, nos visita otro artista español inolvidable, CALVO CARRIÓN, provocador e intensificador de nuestro potencial más imaginativo, que nos trae su obra con el fin de que no nos sintamos sin espejo.
En ella lo indeterminado ha adquirido una dimensión próxima, configuradora de una visión entre el presente y el pasado como condición de acceso al futuro. Sabemos que la percepción, en cuanto humana, está llena de significaciones, y éstas están maravillosamente desnudas.
Vemos y apuntamos hacia una dicción del yo en su traslado del tótem, aunque quizás nos engañemos y sea nuestra mirada la que se enfrente con nuestras propias máscaras en las que ocultarnos, ésa a la que se refiere Sartre cuando asegura que Dios es la soledad de los hombres.
- Es, por consiguiente, un manifiesto de que la libertad para contemplar, sentir, transformar y esperar sigue intacta, zaherida y amenazada, pero intacta. Por eso, este autor dio con esas facetas iluminadoras de lo humano, de su lucha contra la alienación, de sus victorias y derrotas, de sus silencios y mentiras, de sus ruidos y verdades.
- Juntándose, las palabras bailan sobre la playa para componer su frase: el hombre es un comodín que eleva siempre la jugada (Alberto Vigil-Escalera).