- Estas obras de arte que se han bañado el sábado para que el domingo, limpias, puedan mudarse y ocupar su espacio, ya no son las mismas. La noche les ha dejado costras en sombras.
- Hasta hacen sentir daño esos retratos que se han cansado de fingir y muestran sus escamas cenicientas en aras de una plasticidad que de tanto señalar lo auténtico, nos ofrece el pavor insobornable de un ser de carne.
- No hace falta decir que es una pintura elaborada desde bases históricas y planteada, no como una revisión, sino como una hechura que se va formando mediante certidumbres ilimitadas, técnicas enriquecidas y hallazgos vaticinados.
- Hay conmoción y presente en tensión con el pasado en este conjunto de piezas, análisis de un sentimiento profundo, mil vicisitudes y un rumbo que asoma para marcar cicatrices en la piel y en las miradas. Quizá queda margen para eso soledad situada y meditada que se desprende de la espesura de unos bustos que no pueden evadirse de la magia del origen y de la impureza mortal.
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