El artista contiene dentro de sí el sentimiento de su propio caos -ya ha roto el orden del pasado-, y necesita exteriorizarlo de la manera que él cree que es más significante.
Así es como el italiano SCANAVINO le da vueltas y ensayos a la materia hasta penetrarla con ese virus que no corroe, pero que impulsa una red de misterios que se sintetizan en la superficie.
Urdimbres que se enroscan en las texturas, se agitan o reposan dentro de ellas, o meras huellas calcinadas, son ahora esa comparecencia de lo informe que se hace una realidad que engloba pasiones y alianzas plásticas en favor de una visualidad que impone el significado de lo contrito en el pensamiento del hambre.
Por consiguiente, dentro de su obra hay un laboratorio que no cesa de resumir lo que tiene el arte de historia y sensibilidad desde su origen, lo que ha acumulado de rasgos e ideogramas, lo que sigue sin desaparecer a pesar de haber sido otro relato y acto de la forma. El creador simplemente lo ha sentido y expresado desde su visión y capacidad para hacerlo visivo y vivo.
Se pinta a oscuras y el nacer de los colores
hace la luz, cada color apoya el golpe mate
de su compañía y después nacerá otro color
en cuyo rostro se despereza la danzante.
(José Lezama Lima).
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