Al cubano HIDALGO no le sirven otras piruetas metafóricas más que las que tienen una luz apagada y encendida por las velas, porque éstas tienen otros propósitos sean devastadores o protectores. Si busca alimentar su obra gracias a ellos, es su quehacer el que está en juego al reunir, sin equivocarse, las piezas que necesita.
El hecho de que su microcosmos sea una continuación poética de su intimidad y ésta se configure con cirios, nos conduce a una visión sobre una realidad que piensa en sí misma en relación con los medios de que dispone y con las ansias en las que no confía.
Quizás lo más primordial para este artista es que la imaginación plástica no le traicione, que sus confidencias, a la luz inversa de bujías que no mienten, sean leales y vayan creando esos recipientes visuales en los que depositar rastros de vida aunque sea con una muerte escupida.
Una eternidad sucia, confundida, que da tropezones en la ley matinal
y se reconoce y se come a sus hijos,
como el caballo de la noche
que relincha sin tregua.
(José Lezama Lima).
gracias por sus comentariosun saludo y suerte damian
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