Lo primero que hay que agradecer a la organización de esta edición de Art Madrid es su nueva ubicación, pues esta cercanía y localización neurálgicas facilitan el acceso y hacen posible una mayor convocatoria. El único inconveniente es la reducción de espacios, pero me imagino que no todo puede ser factible en estos tiempos de penuria.
Evidentemente, no es ARCO ni tiene intención de parecérsele, por el contrario, es como un reposo y repaso a parte de nuestra historia del arte del siglo XX -con algunas excepciones de muestras de allende de nuestras fronteras-, con magníficas obras de varios de nuestros imprescindibles autores, que no entiendo como siguen circulando todavía a la búsqueda de un destinatario. Siempre fue un misterio para mí, aunque intuyo algunas de sus causas.
También es la oportunidad de conocer nuevos artistas -por lo menos en lo que a mí se refiere- especialmente interesantes y de los hay que aguardar una continuación en la visión de un arte que no sea solamente de duración efímera, sino que ha de ser fruto de un reloj al que se le haya ido el horario y esté funcionando noche y día ininterrumpidamente.
Y, por último, hacer referencia a ese maldito o bendito comercio o negocio de lo que cuesta, de lo que vale, de lo que te descuento, de lo que es un precio sin igual, de que no vas a encontrar por este valor absolutamente nada. Oiga, como si se pusiesen a la venta coitos únicos, ejemplares y exclusivos con entes de otra galaxia. Y además sin el pago del odioso IVA (yo tampoco lo abonaría, al fin y al cabo ya sabemos a dónde o a quién va a parar). Eso es todo.
No pidas, no te duelas, no supliques
a la naturaleza indiferente.
Atiende, aprende, entiende, señorea.
(Ramón de Garciasol).
Reproducciones de:
Paco García Barcos
José Moñú
Philippe Heurtaux
Chris Hawtin