En los «maestros del caos», exposición actualmente estrenada en el CaixaForum de Madrid, nos encontramos en un espacio sublime, inédito y único, en el que cualquier muestra de arte contemporáneo (que las hay también) es un boceto de sombra balbuceante. Pero también es cierto que de ahí nace, ahí se origina y de ahí sigue abasteciéndose. Porque son nuestros mitos, nuestros ritos, sagrados y profanos, los que aún siguen vigentes, con la diferencia de que ahora les damos un barniz racionalizador con el que simular que hay un cierto orden civilizador y que ya la sangre no corre.
Y la sangre corre y no dejará de correr, debido a que las fuerzas ancestrales y dionisíacas que duermen en nuestro interior tienen legitimidad para aparecerse y hacer de las suyas, para entronizarse y exigir su pago en carne y espíritu, para ser transformadas en objetos, iconos, figuras, y para ser vestidas y representadas. Además de organizar sus bacanales, carnavales y aquelarres, e invitarnos a ellas en total sometimiento.
Por eso arte moderno y contemporáneo ha querido hacerse con esas potencias, traducirlas, reinterpretarlas, adaptarlas, recrearlas conforme al día y a la hora coetáneos. Buscan idénticas catarsis, iguales pavores y conmociones, mas su intento es casi siempre baldío, no llegan a conectar, salvo escasas excepciones, en su creatividad con la raíz fundamental antropológica que fue su principio.
Es, no lo duden, una puesta en escena impresionante, de silencio alucinante, de reflexión y asombro, de preguntas que sobran y respuestas que ya no son necesarias. Mientras sobrecogen, disparan su proyección, nos hacen retrotraernos e impulsarnos en el presente simultáneamente, sin mesura, con el gesto cruel y atravesado de quien precisa sacrificios para que incluso su propia estética sea más poderosa y terrible.
Si llega a formar parte de ARCO hubiese obtenido la mayor expectación, aunque se hubiesen multiplicado las voces críticas vituperando tal confusión entre arte e idolatría, entre artistas y chamanes -¿acaso no hubo un artista alemán que se consideraba uno de ellos?-, entre barbarie y refinamiento. ¿O es al revés? No dice Baudrillard que el arte, a semejanza de la historia, fabrica sus propios cestos de basura para redimirse en sus detritos. Visítenla, por favor, y después opinen y no se rasguen las vestiduras, y de hacerlo allí conviértanse en un fetiche más.
Pero la Tierra es vieja, rencorosa, gastada;
está llena de violencias, de injusticias y lodo.
Tus manos la abandonan.
Dime por qué el destino es de sombras y luto.
Di por qué andamos muertos.
(Salvador Pérez Valiente).
Всем привет если Вам нужно разнообразить свой фотошоп, найти что то новое и изумительное, Вам сюда Уроки фотошоп
Me gustaMe gusta