¿Una era de glaciación o tormentas en las que rescoldos de luz y sima agrietan las entrañas? ¿Una congelación ósea y delirante o la transposición de un cerebro torturado por sus propias y turbulentas células turbias y en perpetua lucha de formas o antiformas asimétricas?
Un expresionismo irredento confiere a estas obras la luminosidad y clarividencia de un artista como el riojano NAVARIDAS, que enlazan lo errabundo de un espíritu visionario que traduce y siembra una dirección mortal entre el yo y su final.
Al emplear una coreografía aparentemente simple en la configuración cromática, busca la incontinencia respecto a los efectos que provoca, a las singladuras que obtiene, a los ritmos y a las dinámicas desarrolladas en la superficie, a la conjuración, en definitiva, que llega a la mirada y la deja con la venda rota.
Dice la monotonía
del agua clara al caer:
un día es como otro día:
hoy es lo mismo que ayer.
(Antonio Machado)