Con motivo de la exposición del «Círculo de Artistas 2013» en la sala de Pedro S. Morillo en Villavieja de Lozoya el día 17 de agosto, tuve la ocasión de conocer y conversar con la artista zamorana LUZMELA CARRASCO sobre cómo abordar la labor pictórica y remover lo esencial de la misma, en la que no hubo conclusiones -no puede haberlas-, sino ramificaciones.
Continuadora de una tradición familiar, su obra se mueve entre una marcada solera realista a través de sus retratos y una formulación figurativa, onírica y abstracta, en la que deposita unas preocupaciones exploratorias que aúnen y fusionen ambas concepciones. El dominio de los campos por los que discurre su trabajo no es uniforme, ya lo hemos dicho, porque la precisión de uno es imposible con las turbulencias y exigencias cromáticas y experimentales del otro.
Sin embargo, sus bases formales, materiales y técnicas están dadas y son firmes, fruto de una convicción singular que no se deja arrastrar por otros agentes y componentes más que los que les dicta una conciencia genuina de una realidad que está por hacerse, por conferir un sentido a la búsqueda de un hueco para ocupar ese vacío.
La artista está en ello, lo persigue, trata de afrontarlo no restando sino sumando ópticas y verdades sobre las posibilidades de una plástica que aún falta por abrírsele plenamente.
Y no es verdad, dolor: yo te conozco,
tú eres la nostalgia de la vida buena
y soledad de corazón sombrío,
de barco sin naufragio y sin estrella.
(Antonio Machado)