Aunque el colombiano ALZATE se ha pasado a la ejecución de esculturas e instalaciones para jugar con entornos y espacios en orden a situarlos en un determinado contexto, su pintura tenía profundas calibraciones.
Una navegación de pequeños artefactos, signos, mecanismos y hasta organismos vivos postulan un ideario plástico muy concentrado en sí mismo, que en ocasiones flota sobre una superficie tranquila y en otras turbulenta, sometida a los vaivenes de una nubosidad que amenaza cubrirlo todo.
En todas estas obras, pues, existe un ánimo de encontrar y bucear en los mundos posibles de su yo y como tales se formulan como una poética del desahucio, cargando las rimas en la desaparición de la mordaza.
porque
Dios es para sí mismo una pesadilla
que trata en vano, universo tras universo
de arrancarse de un tajo
la espina de la vida, el crucifijo
y de beber el Vino.
(Leopoldo María Panero)