Hay que librarse de ser enemigo del dio Dionisios pues éste entonces nos condenará a un trastorno destructivo. Pero así somos sus siervos, se nos abren nuevas experiencias y conocimientos elaborables e integrables creativamente (Waldmann). Vamos, lo de la famosa manzana.
Es como si la bilbaína REVUELTA lo hubiese escuchado y entonces toda su obra invoca un exorcismo encantador sobre esa sombra que nunca nos deja, que ansía devorarnos hasta los huesos. Pero esto último no lo hace, prefiere mantenerlos como los nuevos iconos estéticos.
Hasta parecen, con su fisonomía, bellos y elocuentes, amorosos, bronceados, y cuando se acicalan demuestran una imaginación portentosa. Los que nos lleva a debatir: ¿para qué la carne? ¿La necesitamos si estamos mejor así, sin enfermedades, sin complejos, sin corazón y sin miserias?
Marcho inclinado, mirando al suelo;
los muertos están boca abajo. Sin duda
moriré en la calle.
Entro en el bar y el cervecero
ya está, como siempre, la copa en la mano
anunciando mi muerte.
(Leopoldo María Panero)