A pesar de que he emprendido una incisiva campaña al estilo totalitario para tapar mis huellas, sigo en busca y captura, porque, entre otras cosas, no voy a dejar de ser maleante y timador. Yo no cobro pero me pagan -víctimas tiene que haberlas, tal que el primo que suscribe que me dio más de dos mil euros por veinte cochinos libros, si quiero continuar sacando dinero de esta editorial-, estafo y embauco, trapicheo, chuleo y además me considero alguien. Que los contratos no son legales, no pasa nada, ¿quién me va denunciar? ¿Qué no vendo un ejemplar? Tampoco pasa nada. ¿Qué la edición es ínfima? Eso no importa. Lo importante es lo que soy: baladrón, canalla, fatuo, felón, magancés, miserable, picaño, bellaco, camandulero, buscavidas, chinchorrero, cucarro, donillero, bargante, condongo, faramellero, infame, farsante, galfarro, garduño, fementido, fullero, villano, truhán, hampón, marrajo, rapaz, ribaldo, zorrastrón, mindango, pícaro, rufián, trilero, tunarra, uñilargo, tagarote, ruin y vivales.
- Es toda una aventura conocer a este tipo, que parece un ángel que viene a ayudarte, a convertirte en una nueva promesa literaria con su Editorial «Efory Atocha Ediciones», y luego resulta que es un feto que no se desarrolla porque sisa lo suyo y lo que hay más allá precisamente para que eso no ocurra. Se lleva tu dinero por anticipado, mucho más de lo que corresponde por la edición del que para él es ya un famoso libro y luego te da unos céntimos de él y se queda con los cuatro más que ha hecho ( no los mil que te prometió).
- Te hace una presentación y a partir de ahí silencio total. Si preguntas que no los ves en las librerías y páginas que él se comprometió a hacérselos llegar, balbucea explicaciones incomprensibles. Va de chulo por la vida, remendón pero chulo. Poeta vomitivo, pero él…
Ver la entrada original 111 palabras más