En la práctica de la pintura siempre hay algo inalcanzable, algo que se ha entrevisto, que se ha hecho abstracto y que dentro de esa formalización aguarda una señal de transmutación hacia otros confines nunca hallados.
La dificultad estriba en encontrarlos, en soñar esos arcos iris, en ofrecerles una realidad cercana, muy próxima e íntima y elucubrar sobre lo que son y lo que quieren para seguir irradiando. Para el español MUNUERA ese es el reto, el de proyectar una semántica que como espectadores nos libere, nos abra a otros dominios, otras sendas por las que insertarnos en sus nebulosas, en sus llanuras y acabar formando parte de esa dimensión.
En estas obras comprobamos las distintas latitudes creadas y materializadas, exploradas para verificar la demolición de un orden y la llamada de otro que está naciendo y que permanecerá hasta que le ceda su poder al siguiente que está a la puerta. Y así sucesivamente.
</es bueno que se sepa desde ahora
que no habrá posibilidad de remar nocturnamente
hasta la otra orilla que no sea la nuestra
ya que será abolida para siempre
la libertad de preferir lo injusto
y en ese solo aspecto
seremos más sectarios que dios padre
(Mario Benedetti)
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