A pesar de que he emprendido una dura campaña al estilo totalitario (si no mientes te…..) para tapar mis huellas, no voy a dejar de ser maleante y timador. Yo no cobro pero me pagan -son mis víctimas y tiene que haberlas, ahí reside la eficacia del timo-, como el primo que me acusa por entregarme dos mil euros por veinte cochinos libros. No ha entendido que la editorial es mi forma de vida, con la cual estafo, trapicheo, chuleo y además me considero alguien (vicios de infiltrado). ¿Quién me va a denunciar? Nadie me conoce en la Asociación de editores de España. Sí, ya sé que las ediciones son ínfimas y no venden nada, pero lo importante es lo que soy: baladrón, fatuo, felón, magancés, miserable, piceño, bellaco, camandulero, malandrín, buscavidas, chinchorrero, cucarro, donillero, bergante, condongo, galfarro, garduño, fementido, fullero, villano, truhán, hampón, marraja, rapaz, ribaldo, zorrastrón, mindongo, pícaro, rufián, trilero, tunarra, uñilargo, tagarote, ruin y vivales. Y que nos den.