La máscara es nuestro ancestral instrumento para ocultarnos y transformarnos. La utilizamos para llevar a cabo nuestra metamorfosis aunque siempre será inútil, seguimos siendo lo que somos, aunque ya estamos impregnados de cierta magia, de cierto secreto que guardaremos toda la vida.
Por eso el nicaraguense DE LA GUERRA nos muestra esa ceremonia como una sucesión de máscaras en las que además ampararnos, en las que refugiar nuestro eterno miedo a la muerte, a la que quizás así queremos engañar.
Es una desesperación que toma rasgos estéticos para así afrontar mejor ese tránsito y también ese trance que queremos que sea un itinerario único, en el que si hay un dilema nunca se acabe, esté infinitamente presente. Es nuestra supervivencia y la continuidad de la máscara.
¿Qué me importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?
(Jorge Luis Borges)
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