Como primer punto, estaríamos de acuerdo con Antoni Tàpies cuando dice que en arte, cuando falta el talento, va muy bien esconder las debilidades tras una ideología filosófica o política.
Como segundo punto, afirmamos que a la siria AL HADID no le afecta el primero, porque sus esculturas arquitectónicas son piezas de una singularidad única, probatorias de una visión artística y cultural que nos amplía nuevos horizontes y la medida de una estética que no los tiene.
Esas obras, construidas con elementos de desecho o recogidos de aquí y de allá, llegan a fulminarnos con una concepción imprevista, inédita, inversa, como entes que fraguan y muestran despropósitos de una arquitectura universal, que ya no tienen razón para seguir sirviéndonos.
No sabemos si hay un orden concreto o su mejor cualidad es el que, de haberlo, lo hace antagónico, tanto desde dentro como desde fuera, calibrando a lo humano como un aderezo más de estos peculiares templos, edificios, altares, etc., que toman su revancha en la conspiración de su propia catarsis.
a href=»https://goyovigil50.wordpress.com/?attachment_id=7238″ rel=»attachment wp-att-7238″> La voz murmura sin descanso y en la memoria los
recuerdos le contestan.
El tiempo muerto resucita y está llamando con amor
a nuestras puertas.
Pero después nos abandona, recuperando su destino de
hoja seca.
(Francisco Luis Bernárdez)
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