Decir que los artistas producen sistemas lingüísticos atravesados por una idea de desestructuración, reciclaje, nomadismo o eclecticismo no nos pilla de sorpresa. Y todavía podrían añadirse muchas más ideas, ingenios, planteamientos, sensaciones, proyectos, conceptos, etc.
Jean Cassou lo venía a declarar con estas otras palabras: cada artista moderno inventa no sólo su concepción artística, su sensibilidad, su universo, sino también su técnica. Ignora lo que es saber pintar, saber dibujar, saber grabar, saber esculpir. Sus procedimientos son puramente empíricos.
El argentino Cuevas, a través de su obra, es un ejemplo de ello, estimula todo lo que hay de expresión práctica, paródica y augusta en un devocionario que se mira con los ojos en suspenso, sopesando bien esas morfologías que nacen de un imaginario tanto personal como colectivo, subsumiendo dentro de ellas lo que es una humanidad que desnuda su ideario completo hasta verse de otra manera.
La piedra quieta,
callada, ocupa siempre
con violencia un espacio.
Con la fija obsesión
de no dejarlo.
(Lorenzo Oliván)