Coincido con Jean Cassou cuando manifiesta que la conciencia propia del artista tiende, más allá de las condiciones impuestas o simplemente dadas, a la integración de la naturaleza, a una toma de posesión de la realidad y a su enriquecimiento, en tanto que una afirmación de lo humano.
El italiano MINGUZZI es todo un ejemplo de ello, pues sus piezas escultóricas muestran un profundo sentir de la experiencia vital, un declarado y elocuente fragor plástico, en que la forma del ser que se presenta a la vista tiene un designio oscuro que se transmite como una visión sentenciada y única.
Son los hijos deformes de una sociedad que de esta manera expresa las dudas respecto a los valores que defiende la misma, por tanto son los que al deformarse así se empeñan en una rebelión contra ellos y sus malditas dudas. Es un lenguaje que posibilita en el espacio lo que está en el interior del pensamiento y que es arrastrado por su flujo.
Tú pasas quedo en el mundo
cargado con el silencio.
Nadie te ve ni te escucha.
Oh mundo lleno de muertos.
(Carlos Bousoño)