Schlegel siempre mantuvo que el mundo no es un ejemplo de aritmética, sino que estaba lleno de secretos y misterios que no se entendían mediante la razón y que sólo podían comprenderse como una armonía de experiencias que únicamente se abrían a los sentimientos.
En el dominicano RINCÓN las visiones vernáculas son las apariciones y vivencias que él confía al exterior desde su voz interior (Caspar David Friedrich), porque sus pensamientos están habitados por seres imaginarios, veteados en la piedra y que son imposibles, casi inexistentes, si no fuese porque se trasladan de lo recóndito al exterior, transformándose en imágenes cruzando una frontera.
Son obras intuitivas fruto de la pasión y la imaginación, producto de un origen desde lo remoto, o la configuración de unos autorretratos que son también máscaras, como decía Francis Bacon. Y si no lo son todavía llegarán a serlo ya que lo que les sobra es tiempo.
Sin esperanza, entre la luz del día,
mi voz te llama en su tristeza.
(Carlos Bousoño)