Encerrados y componiendo un tejido existencial que ha quedado con el gesto roto. Habitaciones en las que casi no cabemos y que nos definen solos aunque estemos unidos. Estamos inmovilizados porque no sabemos qué hacer, ni siquiera si somos maniquíes o meros comparsas de una obra agotada.
La chilena, nacida en Lisboa, DE VIVANCO traslada a la superficie experiencias, dramaturgias, significados de su vida y época. Colores pesados hasta en los mismos personajes de piel clara, sentimientos cerrados desde símbolos de la vejez hasta de la infancia. Como si estuviesen ya condenados a ser así para un tránsito tan efímero. Solamente queda su huella pictórica.
Por eso, como dijo aquel autor, el arte es una de las formas en las que el hombre reordena sus vivencias, reflexiona sobre ellas y se las representa a sí mismo, intentando fijar el perpetuo flujo y movimiento de la vida, de manera que la experiencia humana pueda desprenderse de ella en el objeto estético, en su perfección y consumación final.
Con la honda mirada
un día contemplaste
tu honda pasión de ser
en vida perdurable.
(Carlos Bousoño)
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