Al peruano QUINTANILLA no se le escapa nada y es tan fulgurante su imaginario plástico que debería aplicársele el edicto de Isabel I de Inglaterra: «todos cuantos finjan tener conocimientos de fisionomía u otras imaginaciones fantásticas serán desnudados de cintura para arriba y públicamente azotados hasta que les sangre el cuerpo».
Lo cual sería un error porque este artista no necesita fingir, ya que es él mismo el que sale de esos laberintos fantasmales, entre mitológicos y vernáculos, para plasmarlos en toda su intensidad y crudeza.
Es más, la factura intemporal, los fondos turbulentos, la sabiduría cromática, hacen que la mirada se quede enganchada de una visión que oscila entre una verdadera aparición física y una ficción imposible pero factible.
La lengua de los mares ya no sirve de nada
porque un silencio frío bordeará los labios
de quien sabiendo el tiempo lo esconde y se lo calla.
(José Ramón Ripoll)