El sueño plañidero en México nunca se acaba, tal como se contempla en esta obra del mexicano RODRÍGUEZ LOZANO, otro gran muralista, que trata de urgir a unas deidades que nunca aparecen y que no sabemos quienes son.
Sus blancos y azules tienen la misión de enfrentarnos a un patetismo desgarrado en esas figuras que invocan y se desesperan. Una emocionalidad de raigambre clásica pero que transita por una intemporalidad onírica, por unos espacios desnudos y desérticos excepto cuando en la lejanía aparecen los pilares de la guerra marchando a un destino al que ya le ha puesto precio la muerte.
No cabe duda que es una visión más de la historia de su tierra, del dolor que se ha acumulado en la misma y está representado en las únicas que quedan para llorar y enterrar a los finados. Memoria y testimonio pictóricos para siempre.
Si te atrapa el idioma ciego
que te impide escarbar la esencia,
será sombra tu propio miedo
en la boca de la tormenta.
(José Ramón Ripoll)