Los llaman zoomorfos, artrópodos, invertebrados, etc., pero ya, en las manos del segoviano MORO, no son los mismos. Ahora son seres que no están privados de sensibilidad, de plasticidad, de significado entre el misterio y la bruma de su origen.
El virtuosismo con que transparentan sus encarnaduras, sus núcleos líquidos cromáticos de lógica impalpable, sus filigranas hacen que el resultado final sea una exaltación, y un enjambre de dichas y no de desdichas. Han tenido el momento que esperaban para conceptuarse como especímenes artísticos y configurarse tal que entes en realidad viva.
Son prueba de lo que afirmaba Dennis Dutton sobre cómo la valoración del arte se ve profundamente afectada por nuestra creencia de lo que es el arte, quién lo creó y cómo se creó.
La noche es una página donde se reproducen
todos los movimientos de un acto de dolor.
(José Ramón Ripoll)