Malraux sancionaba lo que era arte diciendo que era aquello gracias a lo cual las formas se convierten en estilo.
En tal sentido habría entonces que referenciar la obra del norteamericano SMITH, pues lo que anima a su voluntad creadora es esa suprarrealidad de la que es fedataria toda realización que quiera ser auténtica.
Porque esa multiplicidad en material, recursos, innovaciones, formas sería inútil si esa determinación y constancia no agarrase en la visión y tuviese una definitiva consumación.
Por eso, lo geométrico, lo aéreo, lo dibujado como una muesca en el espacio adquiere su configuración plástica, esa dimensión que se pacta entre la experiencia y el sentido intuitivo de lo que ha de ocupar un ámbito concreto.
Bien es verdad, también, que el marco productivo ha de estar basado, catapultado entre el ser y el saber, que el imaginario ha de poblarse de una ensoñación que busque una naturaleza…
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