Después de Mendieta, otra cubana, BRUGUERA, nos habla de comer carne, de suicidio, de culpa, de enmascaramiento, de opresión en una situación que tiene raíces autobiográficas, políticas, sociales y existenciales.
¿Es suficiente? Jorge López Anaya escribe:
«Las propuestas agresivas e impactantes, los ataques a los tabúes sociales profundamente arraigados (la antropofagia, la pedofilia), la impugnación de los derechos aceptados por las sociedades contemporáneas (la tortura de personas y animales, los atentados contra el medio ambiente) que flirtean con el mal, generan un rechazo de los espectadores, incluso en los habituales a los excesos del arte contemporáneo, que no saben cómo reaccionar ante ellas. Según parece, se han extraviado los límites». Por consiguiente, estamos ante un trabajo que cree reunir e implicar todo tipo de connotaciones (y siempre volvemos a las cristianas del sacrificio y del cordero, de la sangre y de la muerte), y que es cierto que las encuentra…
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