El “art brut” nació en principio como un código de señales para perdedores que a través de él podían ganar, entenderse y crear. OSSORIO, artista nacido en Manila, se sirvió de su hechura para reunir y cubrir en unas superficies lo que él consideraba recipientes biográficos y culturales. Colocó conchas, huesos, maderos, clavos, ojos de muñecas, dados, fragmentos de espejo, bisutería y muchas más cosas.
Es un lenguaje visual de signos que suma un conjunto fulgurante que se comprime para infundir una visión desbordante aunque esté contenida en el marco, pues es como si continuase más allá y nos rodease con esos ojos que como parte de una célula multiorgánica te apuntan y tratan de seducirte.
¿Acaso no estamos ante una formación de organismos cuyo propósito es que el rito estético sea la unidad de lo heterodoxo, la asimetría de lo fragmentado y desposeído?
- Sea lo que sea y cómo…
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