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Me permito un último deseo, si es que es el último. Me cuesta dejar este sitio que ha sido tan acogedor y hospitalario, y mis primeros pasos con el nuevo son muy inciertos. Si éste ha funcionado tan bien ¿por qué cerrarlo? No tengo respuesta, esa que como pintura en ocasiones es un desaliento afortunado. Carga las tintas para desenmarañarse y no buscarse en lo evidente, sería demasiado fácil.
Que así lo haya ideado la norteamericana ROTHENBERG no nos sorprende, es más, lo consideramos necesario para seguir iluminando unas fracciones de espacio contenidas en el tiempo. Se trata de procurar vértigos en los que asomarse, inseminaciones plásticas con las que llevar la retina del existir en la memoria.
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