Se dice del artista francés Jean Fautrier que él había sido el informalismo. Sin embargo, no creo que sea necesario incurrir y extraviarse en estas aseveraciones, únicamente es fundamental la estimación de una obra que ha abierto a nuestros ojos otra manera de ver acariciando, palpando, siguiendo el curso de unas texturas y venas que configuran todo un infinito de sensaciones y emociones.
Ha inventado un lenguaje que es la expresión genuina de la materia en su núcleo más latente, como si fuese un espíritu que se manifestase envuelto en surcos, arrugas, tonalidades, claves y gradaciones que estaban ocultas y cuya existencia a partir de ahora ya no ofreciese ninguna duda.
El artista, su intérprete, urde y teje estas composiciones en un marco de huellas imposibles, las estampa a propósito para conferirles ese tratamiento de verosimilitud inalcanzable, para que su visualización quede permanentemente grabada en la memoria y nos deslumbre…
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