- A Oscar Wilde se le odió porque entre otras y muchas más cosas dijo que «ningún artista es morboso. El artista puede expresarlo todo». La canadiense seguramente llegó a esta misma conclusión como a otra de Flaubert, la de que la vida es una cosa tan horrible que el único medio de soportarla es evitarla. Y se la evita viviendo en el arte.
- En cambio, en sus obras se respira la suerte de una conmoción telúrica que abrasa toda ilusión. Su pintura se gestiona desde distintas perspectivas y mezcla diversas ficciones, fragmentos, signos y huellas. Sus instalaciones derivan en una amplitud fantasmagórica y cruel, en un cruce de caminos que abarca singulares vicisitudes estéticas.
- Todo su mundo es metafórico y hasta simbólico, materializado gracias a unas realizaciones formales, orgánicas, expresionistas, al que al mismo tiempo ha dotado de un discurso a la manera de un puzzle cargado de significados que toman nuestra mirada como horizonte.
Mas hoy, junto a los templos de los dioses,
miro caer en tierra el negro cielo
y siento que es mi vida quien aturde a la muerte.
(Francisco Brines)