- No es nada extraño que a la obra del mostoleño CASASSOLA se le haya otorgado un premio. Y nada extraño porque es una de esas epifanías que raramente se encuentra expuestas en nuestro deprimente país.
- A mí, y permitiéndome una licencia, me da por pensar que estoy ante unos cuerpos que podrían ser la historia plástica del niño árabe que encontró los llamados “Manuscritos del Mar Muerto”, variaciones de un esenio sujeto a las vicisitudes del historicismo.
- Un historicismo ligado a un evolucionismo anatómico que perfiló poco a poco la corteza y un registro del hombre que, fruto del poligenismo, se había desarrollado en más de una ocasión en lugares diferentes del planeta.
- Después de muchos siglos culminó en un prototipo existencialista y pesimista ardiendo de ansiedad, por eso su dibujo y configuración concretas acabarán constituyendo también un icono del siglo XXI.
- Así es la obra de este autor, que en sí es denominador de misterios, a un tiempo pensativos y sobrecogidos.
Un museo para mí es como la vida entera, donde la pintura es siempre exacta, y sólo puede haber inexactitud en la imperfección del contemplador.
(Fernando Pessoa)