Nadie quiere tener devociones por los monigotes porque son feos, ridículos, absurdos, mentecatos, infelices, inoportunos, imbéciles, caprichosos, infantiles, etc., pero lo que de verdad nos asusta de ellos es que son inteligentes y nos conocen mejor que a nosotros mismos.
Es a lo que juega el alicantino BELLOT, a enunciar salvedades que no tienen enmienda, a hacer radiografías en las que se nos ve de todo, singularmente la ignorancia y la mentira, y lo que es peor, la mediocridad.
Es una sencillez abrumadora, inmisericorde, despiadada, cruel y de una sutileza endemoniada. Las formas parece confusas y son tan precisas como un bisturí. Magníficos adefesios que somos y seremos. Y un devocionario para una confesión diaria.
nosotros mantuvimos nuestras voces
ustedes van curando sus heridas
empiezo a comprender las bienvenidas
mejor que los adioses
(Mario Benedetti)