Estamos ante una invención que no cesa, un vocabulario vaciado de todo sentido, una ingeniosidad estéril respecto a unas estéticas agotadas. Por eso, hay que recorrer todos los escaparates y a partir de ahí hacer posible, si se puede, una improvisación en cuanto a la rutina y hábitos visuales. No olvidando que un yo gigante debe señalar lo único cierto de lo contemporáneo.
El israelita nacionalizado norteamericano STEINBACH confiere a los objetos utilitarios, comestibles, inseparables normalmente de nuestras costumbres, usos y prácticas, un atributo plástico en función de su posición y reunión en unos espacios limpios, desnudados para recibir la configuración insólita y extraña de estos visitantes.
Bajo un orden de secuencias determinadas por el ejercicio frecuente de la descolocación, el cambio de contexto, la contraposición, la disparidad y la desemejanza, nos ofrece el paradigma, una vez más, de una revisión que siempre se está haciendo. No falla, claro es…
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