Vivencias Plásticas


Decía Manuel Millares que el arte no debe serlo porque agrade sino más bien porque duela rabiosamente. Y al francés RUSTIN ha de dolerle tanto esta humanidad patética que la ha configurado como si fuesen los homúnculos -por eso de tomar algo prestado del autor anteriormente citado- de nosotros mismos. ¿Aunque estamos seguros de que no lo somos?
Pero además ¿por qué tanta fealdad? Pues porque siempre, según afirma Donald Kuspit, la fealdad es más seductora que la belleza dado que en nosotros y en el mundo hay más fealdad que belleza: hasta que el arte pone belleza en ambos. 
La obra de este artista nos remite, por tanto, a la coloración pálida, macilenta, lívida y sombría de la vejez, de la locura, de la tragedia y de la muerte, siendo una muestra más de una tradición pictórica de una visión torturada del hombre que aglutina decadencia y derrotas, crueldad…
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