- Llegó un momento en que no era capaz de descansar ni vivir, los rostros y sus muecas se le aparecían constantemente. El germano-austriaco MESSERSCHMIDT esculpía continuamente, ya que con ello esperaba ahuyentar los espíritus que invadían su mente.
- Espíritus que él, en la soledad de sus paranoias y alucinaciones, convertía en cabezas de carne y hueso ensayando en contra suya la maldición de sus horrorosos gestos.
- Y su locura, en la práctica de este registro compulsivo, dimanaba de su incapacidad para entenderlos, para que le hablasen y fuesen sus compañeros e intérpretes de un entorno que le había aislado y marginado por miedo de su delirio.
Si un día pudiese adquirir un grado tan grande de expresión, que concentrase todo el arte en mí, escribiría una apoteosis del sueño.
(Fernando Pessoa)