- El joven artista CHEMA ni toma o rechaza el mundo empírico, simplemente lo que hace es recorrerlo formalmente como un espacio nuevo que todavía no está legitimado por ninguna experiencia de la índole como la suya.
- Y para ello recurre a una poderosa intuición del color, de su sustancia amalgamada, de sus contrastes densos, brillantes, de su diversidad sólida, cuajada, compacta, rugosa, tal como se definiría una escritura de lírica terráquea, o con una expresión líquida de gamas nutrientes.
- Deja claro que su obra da cauce a una multitud de sentidos que entrañan una superior codificación y genera, consecuentemente, gran cantidad de hipótesis, pero en su caso la exuberancia cromática es puro cálculo, manifiesto azar y deslumbrante sorpresa.
Cada lobo en su senda y cada gallo en su muladar.