El crítico americano Greenberg, descubridor del expresionismo abstracto, no tragaba al surrealismo porque lo consideraba una pintura académica que estaba fuera de la historia del arte. Incluso algunos de sus seguidores juzgaban que no era arte.
Esa referencia la recogía Arthur C. Danto cuando decía que si el arte puro era el arte aplicado a sí mismo, el surrealismo era prácticamente la encarnación de la impureza, interesado exclusivamente en los sueños, el inconsciente, el erotismo y lo misterioso. Tal fue la tesis de Greenberg, quien definía al arte en términos absolutamente formalistas y antimiméticos.
El artista británico Penrose es surrealista y sería por tanto autor de una obra viciada, adulterada, contaminada de elementos y rasgos que ensucian ese código de valores. Sin embargo, creo que se merece otro enfoque y análisis desde bases distintas, desde ámbitos que no anulan ni derogan sino que se formulan a partir de léxicos en…