La cubana LETICIA le lleva la contraria a Jean Grenier, cuando, en su Espíritu de la Pintura Contemporánea, señala que el amor hacia la forma humana, por su significación misma, ha desaparecido del arte. Para esta artista es evidente que no, pero también es evidente que el valor cromático con el que establece su paradigma no es el habitual caribeño.
Por el contrario su imaginario es esa relación que se establece entre los fenómenos más misteriosos de la vida y los de la creación estética. Es, por tanto, un juego cabalístico entre fantasmas y escenarios, entre espacios y negruras, entre lo que imagina y lo que se deposita en el lienzo.
También en su obra se adivina esa búsqueda de respuestas a unos interrogantes que ella misma sabe expresar plásticamente pero sin formular un discurso que les dé los consabidos cauces, fáciles de entender mas no de sentir y aprehender…
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