
- El joven peruano LUCIO toma lo telúrico como un emblema, como una simbolización de la naturaleza en su vertiente plástica, invocándola y celebrando con ello la fusión de cosmos y arte.

- En su espacio interior gravita la definición de la idea sin dejar que ella se le imponga. Y en su espacio exterior la práctica como plasmación física de la utilización de sus recursos según esa introspección creadora, pero afianzando tal concreción con las sensaciones e intuiciones que van tomando cuerpo.

- Por eso los resultados pictóricos provocan un impacto en la atención de la mirada, que se ve asaltada por una profusión cromática de gran carnalidad y de una texturización que registra una orografía palpitante.

- Son acantilados que marcan un destino, en primer lugar el suyo como una evolución planetaria, y en segundo lugar el de la humanidad como un asentamiento dentro de la misma, a la que el autor conjura para que no prosiga la segregación.

- No es fruto de una concepción informalista que cuestione o transforme, sino de un traslado directo desde una realidad material que posee un don mágico y espiritual manifiesto, el cual le ha impreso la identidad viva y lírica que ocultaba.
- Tanto aullido y tan vacíos,
- y tantas cuevas….nacidas de sus propios ecos.
- (Tomás Martínez)