Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
JOSÉ LUIS GARCÍA MORAL, en su práctica, adopta y emplea la visión de un ojo interior, el cual le dice que no debe tomar meramente lo que ve ante sí. Lo mental juega un papel fundamental en su labor de preparación previa, en el convencimiento de ser guiado por una introspección intuitiva.
Si bien coincide con FRIEDRICH y demás afines en el tratamiento plástico del paisaje, aunque ajustado y puesto al día, no considera en su integridad el culto romántico de la naturaleza y su trascendencia, sino que se adscribe a un sentido alegórico de supervivencia y al mismo tiempo una exaltación de lo creado en su dimensión más sombría.
Si FRIEDRICH era un místico que entendía que la divinidad estaba en todas partes, JOSÉ LUIS plantea su trabajo creativo desde la presencia manifiesta de una naturaleza y de una civilización que lo mismo son metamorfosis que símbolos.
No añade nada que no esté afuera, en el exterior, con la excepción de una atmósfera expansiva que se desliza por todo el soporte. Mas esa encarnadura genera toda una poética interna, cuya significación se encuadra en lo ya señalado anteriormente y que se decanta por una lección estética del espacio y del tiempo.
Declaraciones con sangre, ruinas, tierras de cuneta.