La tragedia, el crimen, el genocidio, la muerte nos acechan. Unos los sitúan en su contexto y situación y miran en su interior, el resto, ya informado, se relaja.
En estos días en que la desmaterialización del arte gana terreno, una representación visual como la del serbio VELICKOVIC cambia nuestra visión porque su discurso tiene la autenticidad de la locura clarividente.
Sobrecoge tal hondura y despliegue de imágenes, es un sentimiento del horror tan de cerca y tan inmediato que casi lo tocamos. Y no hay espacios para la huida ni ocasión para el rechazo porque la fuerza plástica de esta figuración no nos permite volver la mirada por ser un arte de la desesperación, incluso de la falta de esperanza, que reconocemos en el latido inmenso, espeluznante de esos iconos tan eficaces en su transmisión del mensaje.
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