Nadie escucha, nadie mira, nadie piensa. Ellos sí, para eso son mi obra. Y tratan de despertarnos lo mismo que lo hicieron conmigo. Yo les he traído para que por lo menos nos vuelvan locos y no dejen de importunarnos.
Que el alemán STEIN afronta una pintura crítica y delirante es una de las vertientes de nuestro tiempo. También lo es esa plástica figurativa que se ofrece tosca e infamante, ruda y genuina, agresiva y condenatoria. Pero ¿su barbarie no es nuestra barbarie? Son imágenes que ilustran una declaración de derechos sin contenido en la boca, con hambre de cielo y coña en el infierno.
No obstante, bienvenidas sean a pesar de su júbilo carcomido y su esencia bastarda, hacen de lo visivo otra experiencia y anuncian clamores nunca oídos ni presentidos.
Puedo hallar leche en frutos abandonados y escuchar
llantos en un hospital vacío.
(Antonio Gamoneda)