La abstracción, llegada esta época de falsas declinaciones, exige cada vez más un trabajo de concentración, conocimiento y reflexión sobre lo atinado de la búsqueda. Ha de convertirse, ante tantos efluvios plásticos, en un esfuerzo por el que la habilidad y capacidad tomen una dirección que antes no existía porque estaba inexplorada y de la que se intuía a duras penas una música que sonaba sin los acordes precisos.
Ante eso solamente hay un camino, que es el que atraviesa texturas, manchas, tramas, pigmentaciones, gradaciones, licuaciones, gestos, trazos, humedades, vacíos, disoluciones y fusiones, hasta dar con la plasmación determinada y la transformación decisiva.
¿Qué es lo que pasa entonces con la obra de la argentina ARDAIZ? Qué está en ello, en ese proceso, que la labor de depuración, definición, sedimentación y consolidación no es fácil. Su tarea ha alcanzado las sumas y restas del aura, ha desechado los apócrifos que…
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