¿De dónde salen tantas osamentas, unas vestidas y otras desnudas? ¿Viven en un reparto de La Habana? ¿O son fantasmas que alegran los días y entregan la carne a los vivos por las noches?
Como metáfora es un canto al amor, como humor es el signo de un retrato. Escojamos, por tanto, como estupefactos observadores la forma de no mutilar tal devoción, cuya grandeza reside en el sentido de jugar con la existencia, representarla compitiendo con la alegoría y hasta con la sombra más definitiva.
Bien está que sea un cubano, PEÑA, el que confiese con clamor, sin vergüenza, cobrando cada pieza sin cazarla, lidiando magistralmente con ese dibujo portentoso de una victoria que no será para siempre porque de eso sólo sabe la muerte.
De encontrarnos con estos esqueletos veremos quién silba el último, quién delata a quién, o cuál es el guapo que se atreve a hacer un…
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