Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
ADAM COHEN (1972) / EL COLOR DA MÁS FURIA AL SONIDO
La abstracción, cuando culmina en una densa verborrea cromática y tachonada de manchas superpuestas, alocadas, impregnándose unas a otras, constituye la plástica del delirio.
El canadiense COHEN, hijo del famoso músico y músico él también, tiene una sabiduría instintiva y una sensibilidad multicolor que es la prueba palpable de su conocimiento histórico y de su investigación e introversión en este campo.
Los borrones y salpicaduras, los rasgos, señales y capas, trazan el mapa orgánico y armónico de cada pieza como si fuese su destino aciago o afortunado, pero sobre todo un vivir errante que se va esponjando en la búsqueda de su identidad indefinida.