El extremeño PIE DE HIERRO, al volver a los nudos existenciales de un expresionismo abstracto, no se recrea en la semántica que ya fue, sino que toma y agrega lo que tiene de signo individual y conexión consigo mismo.
Y, sin embargo, este rescate está fraguado desde un ojo mironiano que vela insomne la categoría e intimidad de las resoluciones que se proponen y agitan. Detrás de los oleajes y las marejadas hay una pleamar que no subvierte la vivencia plástica bien equilibrada.
Seguramente que el artista ha emprendido esta aventura con las pulsaciones al rojo vivo, con la sangre tapando huecos que se les escapan a las ondas mortíferas. Entonces habrán sido y serán presagios o simientes de nuevos ámbitos y prácticas febriles.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
(Antonio Machado)