Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
PIERRE BETTENCOURT (1917-2006) / SON LO QUE YO ESPERABA
Decía Ortega y Gasset que la pintura es la más hermética de las artes y el único medio para descifrar su mensaje es tomar la obra como un trozo de la vida del hombre.
En el caso del francés BETTENCOURT la materialización de su fantasía plástica, basada en la historia del hombre, se hizo más elocuente con la selección de unos componentes en su momento inusuales, como fragmentos de pizarra, granos de café o cáscaras de huevo.
Así sus altorrelieves se asemejan a murales en los que una iconografía primitivista revela la fantasmagoría de un mundo secreto, erótico y refugiado en las mazmorras de sus propias tinieblas.
Los restos del cráneo, id est, no serán míos. Mas, ¿qué cráneo despedazado a martillazos por los enemigos de la patria, qué partícula de pensamiento, qué resto de gente viva o muerta quedará en esta tierra que no lleve en adelante mi marca…?, sentenció el tirano en su testamento.